Mujeres indígenas ganan derechos en la capital
Han cambiado la sumisión por la toma de decisiones en sus hogares y comunidades.
Las costumbres han excluído a las mazahuas de San Antonio Pueblo Nuevo, en el estado de México, de la oportunidad de tener una propiedad, pero las que radican en la ciudad de México pugnan por ella sin importarles lo que dicte la tradición.
En pleno corazón del Centro Histórico en el Distrito Federal, se localiza la Organización Mazahua San Antonio Pueblo Nuevo A.C. constituida mayoritariamente por madres solas que se asentaron en un edificio ruinoso, considerado dentro del Programa de Vivienda en Predios de Alto Riesgo del gobierno del D.F.
Estas Mujeres se saben distintas a las de su pueblo, porque mientras “las del pueblo” actúan en base a la voluntad masculina, ellas deciden en qué y cuándo trabajar, la cantidad de hijos que desean tener y cómo educarlos.
Asi en el predio de Mesones 138, codo a codo, decenas de mujeres palean cascajo, acarrean arena y grava, cargan ladrillos y varillas, llevan polines, traen los clavos o el triplay.
Esto es parte de la faena diaria que por la mañana, tarde o noche cumplen los integrantes de las 83 familias de la Organización que después de 40 años de vivir en ese lugar lograrán concretar uno de sus más grandes anhelos: tener su casa propia.
Lo que hasta el año pasado era un conglomerado de amontonadas casas de lámina, cartón y madera, de tres por tres metros poco a poco van tomando forma; ahora serán viviendas de ladrillo de 60 metros cuadrados, mismas que serán posibles gracias a uno de los pocos esquemas de autoproducción social de vivienda del gobierno del D.F..
Josefina Flores Romualdo, dirigente de esa organización, narra que en 1963, salió de San Antonio Pueblo Nuevo, Estado de México, junto con un grupo de mazahuas , y con el dominio sólo de su lengua original.
Al llegar al Distrito Federal encontraron en el ambulantaje su forma de sobrevivencia; el tiempo y la necesidad las llevó a aprender no sólo el español, sino también a saber organizarse.
En 2000 comenzaron a buscar apoyo de las autoridades capitalinas para expropiar el predio, lo que se concreta dos años después, por lo que tuvieron que sacar sus ahorros de mucho tiempo.
"No ganamos mucho dinero, pero pudimos ir guardando de a 10, de a 20 pesos diarios de la venta de chicharrones, elotes, dulces en las calles de Pino Suárez, Mesones, 20 de Noviembre, Regina, San Pablo".
La siguiente puerta que tuvieron que tocar fue la del Instituto de Vivienda del Distrito Federal (INVI), y lograron que se les aprobaran créditos bajo el esquema de autoproducción social de vivienda, para lo cual se les asignó 162 mil pesos por cada familia.
Así tramitaron licencias y autorizaciones; insistieron en firmas y permisos y se volvieron casi expertas en esos asuntos de ir y venir a las mismas oficinas hasta lograr su objetivo.
No contrataron empresas constructoras privadas, sino que buscaron albañiles que fueran diestros en estos asuntos, pero que tampoco fueran tan caros, y a ellos sumaron su propio tiempo y esfuerzo.
Con su proyecto autorizado -que contempla viviendas y hasta un salón de usos múltiples- comenzaron todos a sumar esfuerzos.
Los albañiles por su lado y ellas a cargar los materiales que a diario les son depositados a la entrada del predio y que se debe ir acomodando.
Con eso Josefina de 51 años de edad, ha demostrado que es factible y viable impulsar ese tipo de proyectos de autoconstrucción, que les permitirá tener casas más grandes y a un menor costo ; las cuales: "saldrán a nombre de las mujeres, tengan o no marido".
"Allá en el pueblo es delito muy grande hacer esto, no puede una mujer tener propiedad, a menos que se muera el marido"
“En el pueblo es el hombre el que se organiza, sí hay mujeres, pero participan más los hombres y aquí ya estamos cambiando el papel, allá el machismo y aquí las enaguas".
Plática sostenida con Josefina Flores Romualdo, el pasado domingo 5 de agosto del 2007 en la Sala B del Aeropuerto Internacional Benito Juarez , de la Cd. de Mexico.
Sabinensemente...Elsa Solis
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